Estudiar
Diseño Publicitario Provoca Ojeras
Cuando una persona comienza
la carrera de Diseño Publicitario, lo primero que se imagina es: Una
computadora con muchos programas de diseño, lista para su uso desde el primer
día de clases. No es tan equivocada la imagen que uno se hace, solo que no es
desde el primer día de clases.
Cuando una persona comienza la
carrera de Diseño Publicitario, La segunda cosa que se imagina es: La
creatividad la tenemos todos, y como soy bastante creativo y se dibujar, me irá
de maravillas, así no haya estudiado nunca dibujo y solo veo televisión de “reality
show”. En este pensar, es cuando muchos comprenden que las equivocaciones son
muy frecuentes, sobre todo cuando existe una rutina pobre en lectura.
Una vez asimilada la nueva
rutina, con clases que uno no esperaba llevar, comienza lo que podríamos
llamar: “El camino más fácil de conseguir ojeras”. Ya que con la mayoría de
cursos que se lleva en la carrera de Diseño Publicitario, las tareas son a
veces excesivas, convirtiendo las noches en pequeñísimas fracciones de tiempo
para dormir. Haciendo interminable el camino hacia el instituto, cuando se ve
como los relojes avanzan sin piedad, mientras la mayoría de alumnos atrapados
en el tránsito están.
Consiguiendo así, el alumno
de Diseño Publicitario, unas enormes ojeras, que producto bien pueden ser de “las
amanecidas de tareas” o del “maltrato del tránsito” en esta ciudad cada vez más
complicada.
Los alumnos de Diseño
Publicitario necesitamos más días libres durante la semana.
Cuando una persona elige
estudiar la carrera de Diseño Publicitario, no se imagina la cantidad de tareas
que vienen con cada curso que se lleva. Incluso hay cursos que son tan
complicados, (no por la enseñanza, si no por habilidades que requieren tiempo
en aprender) que se necesita más de un día para desarrollar la tarea asignada.
Dejando así menos tiempo
para las demás tareas de los demás cursos, acumulando con cada clase más tarea,
cambiando así horas de sueño por: horas de desarrollar tareas, Hora de Desayuno
por: “hora de picar algo”, hora de almuerzo por: “hora de picar algo salado con
grasa” y la hora de cenar por: “hora de intentar dormir”.
Cuando la nueva rutina sigue
avanzando, algunos gastos se incrementan, sobre todo, los gastos en la compra
de materiales para las clases (y tareas) de algunos cursos, casi forzando al
alumno a trabajar para conseguir dinero para dichos materiales.
Entre tareas, “horas de
sueño”, “horas de picar algo” y buscar trabajo y/o trabajar, el tiempo se
desaparece, haciendo de nuestra semana un lapso de “pestañeos”, “cabeceadas”, bostezos
y mal humor, síntomas que bien podrían desaparecer de tener un día libre entre
semana.